TOMATE AMARGO
El
gobernador es peludito y huele mucho a tinto, el alcalde es formal y bajito, el
obispo es más bajito que el alcalde; yo los conocí a todos el día del entierro
de mi mamá y de mi papá, a los dos los mataron en la finca donde sembraban tomate, junto a ellos mataron ocho
personas más, a mí no me mataron porque yo me escondí super bien o sino ya ni
estaría contando esta historia.
Yo
soy hija única, mi papá no era de por aquí de Santa Rosa, él era de un pueblo
que queda más allá de la Ceja que se llama La Unión pero de allá se vinieron
para estos lares, decía él por la violencia, no ve que por allá hasta mataron
al alcalde, entonces mis papitos decidieron venirse a sembrar papa y por eso a toda
mi familia le dicen dizque los paperos, aunque hace ya tiempo que trabajábamos
era con puro tomate de árbol.
A
mi casi no me gusta acordarme de lo que paso ese día porque me duele como el
corazón, pero la sicóloga dice que tengo que sacar todo, claro ella debe creer
que eso es pilao como no es a ella a la que le quitaron los papás; es que me da
como una rabiecita.
Todo
eso paso en noviembre y saber que de traído del niño Jesús yo creo que me iban
a regalar una cicla porque mi mamá me
dijo que si ganaba el año entonces ese podía ser el traído, pero ya para qué.
Todavía
no sé qué van a hacer conmigo porque mis
abuelitos ya están muy cuchitos , o será irme con mi tía pa” los lados de
Tarazá , como el marido de es minero y tienen una primita de mi edad, hasta
allá de pronto me amaño.
Yo
ya no quiero volver a esta Santa Rosa porque el día del entierro pasamos por
una heladería y estaban cantando vallenatos y yo no hacía sino llorar; también
creó lo que dijo un viejo de este pueblo que estaba maldito desde el día en que
decidieron vender el cementerio.
Aunque
también tengo que decir que cuando subíamos al pueblo pasábamos muy bueno
porque siempre me compraban mecato y comíamos pollo, hasta de pronto me quedo
mejor aquí, pero eso sí jamás sembrando nada, ni papa, ni tomate, ni nada.
Este es un cuento escrito por el señor Gabriel Fernando Mejía Orozco. Es un miembro de la comunidad santarrosana y lo escribió en memoria de la masacre de el 07 de noviembre de 2012.