miércoles, 13 de noviembre de 2013

TOMATE AMARGO

El gobernador es peludito y huele mucho a tinto, el alcalde es formal y bajito, el obispo es más bajito que el alcalde; yo los conocí a todos el día del entierro de mi mamá y de mi papá, a los dos los mataron en la finca donde  sembraban tomate, junto a ellos mataron ocho personas más, a mí no me mataron porque yo me escondí super bien o sino ya ni estaría contando esta historia.

Yo soy hija única, mi papá no era de por aquí de Santa Rosa, él era de un pueblo que queda más allá de la Ceja que se llama La Unión pero de allá se vinieron para estos lares, decía él por la violencia, no ve que por allá hasta mataron al alcalde, entonces mis papitos decidieron venirse a sembrar papa y por eso a toda mi familia le dicen dizque los paperos, aunque hace ya tiempo que trabajábamos era con puro tomate de árbol.

A mi casi no me gusta acordarme de lo que paso ese día porque me duele como el corazón, pero la sicóloga dice que tengo que sacar todo, claro ella debe creer que eso es pilao como no es a ella a la que le quitaron los papás; es que me da como una rabiecita.
Todo eso paso en noviembre y saber que de traído del niño Jesús yo creo que me iban a regalar  una cicla porque mi mamá me dijo que si ganaba el año entonces ese podía ser el traído, pero ya para qué.
Todavía no sé qué van a hacer conmigo porque  mis abuelitos ya están muy cuchitos , o será irme con mi tía pa” los lados de Tarazá , como el marido de es minero y tienen una primita de mi edad, hasta allá de pronto me amaño.

Yo ya no quiero volver a esta Santa Rosa porque el día del entierro pasamos por una heladería y estaban cantando vallenatos y yo no hacía sino llorar; también creó lo que dijo un viejo de este pueblo que estaba maldito desde el día en que decidieron vender el cementerio.

Aunque también tengo que decir que cuando subíamos al pueblo pasábamos muy bueno porque siempre me compraban mecato y comíamos pollo, hasta de pronto me quedo mejor aquí, pero eso sí jamás sembrando nada, ni papa, ni tomate, ni nada.        

Este es un cuento escrito por el señor Gabriel Fernando Mejía Orozco. Es un miembro de la comunidad santarrosana y lo escribió en memoria de la masacre de el 07 de noviembre de 2012.

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